Me calló metiéndome otra fresa en la boca, me llenó los labios de crema y descaradamente comenzó a lamerla con su lengua, eso era más de lo que yo podía soportar, la agarré por la cintura y comenzamos a besarnos recostados del mesón, de repente recordé que no podía ser tan rata con mi primo y me separé de ella.
- Sam, no, tú eres la novia de mi primo, no podemos hacerlo, está prohibido. - No sabes como me excita que me digas eso, el saber que estamos haciendo algo indebido me calienta. - Acaso no quieres a Alexander, ¿por qué haces esto? - Claro que lo quiero, pero tú me gustas demasiado, eso no cambia nada, él no se entera, y todos quedamos felices, yo sé que tú también me deseas. - No, no sería como antes, no podría verlo a la cara sin recordarme de que lo traicioné. - Por favor Daniel, déjame darte tu regalo de cumpleaños, déjate llevar, o es que acaso no te gusto, ¿te soy repugnante? - No Sammy, tú eres muy bella, y sí me gustas y te deseo, pero es imposible, no puedo hacerle esto a Alex…
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